El Principe de sus Sueños Capitulo 2 Primera Parte

-    Alayna  te parece ir con nosotros al cine hoy – Anne no podía dejar de ver la cara preocupada de su amiga había salido todo el día a en busca de un nuevo trabajo y estaba agotada, pero ella solo sonrió.
-   No gracais han creo que me quedare hoy, no seré una agradable compañía para nadie – su vista se dirigió hacia la ventana- podriás cuidar de ella por mi por favor.
No hacían falta más palabras para saber a quien se refería. Dieder entraba en estados de depresión muy frecuentes en el últimos meses, tenia sesiones de terapia 2 veces por semana sus ánimos afectaban a toda la casa pero más a su gemela.
Cuando conoció  a las gemelas era casi imposible identificarlas tenían la costumbre de vestir igual, hacer los mismos gestos, y usar el mismo tono de voz, para ellas todo era un juego para molestar a los chicos que querían jugar con ellas y  exasperas a sus amigos.  Annne las conoció unos 8 años atrás todavía eran unas adolescentes alegres, llenas de ilusiones y sueños.
Pero la alegría no duro muchos años hasta que se desato el infierno, uno de los nuevos compañeros de trabajo de Alayna se obsesiono con ella, era su sombra constante, le mandaba flores, caramelos, la llamaba cada ciertas horas, dejaba mensajes de todo tipo en su contestadora, para la mala suerte de las gemelas Dieder decidió darle una sorpresa llegando con su nuevo novio, ella tenía un magnífico trabajo en otra ciudad, esa separación fue muy dolorosa pero ellas se comunicaban dos o más veces en el día pues no podían estar sin saber la una de la sin la otra.
El tipo se volvió loco observando a la pareja recorrer la ciudad, así que secuestro a Deider y dio una muerte horrible al hombre que según él, le estaba robando el afecto de la mujer de su vida, la búsqueda se volvió frenética pues había una posibilidad que él quisiera matarla y suicidarse. Para Alayna esa posibilidad era toda una tortura, pero el dolor de lo que estuviera padeciendo su gemela fue lo que más la afecto pensó Anne.
El la retuvo por 3 días hasta que la policía pudo dar con su paradero, entre el juicio, la recuperación física de las heridas sufridas, las heridas emocionales fueron y eran las más difíciles para las hermanas.
Ellas  no hablaban del incidente pero sabía que cada una vivió un infierno pues las dos sentían el dolor que causo ese hombre en sus vidas. Alayna se culpaba  por no haber denunciado al hombre pero sabia ocultar muy bien lo que hacía, la policía no podía hacer mucho sin tener pruebas  solo le dieron algunas advertencias, así que ella deicidio dejar el trabajo. Según los investigadores eso desato la furia del hombre y su obsesión por retenerla lo cual lo  hizo más peligroso.
Era muy difícil cuidar de su hermana y mantener un nuevo trabajo, así que entre otras amigas que conocían decidieron alquilar una casa grande, todas ayudaban con Deidre para no dejarla sola ni que se encerrara en ese mundo oscuro que era los recuerdos de esos días, no salía mucho pero cuando su hermana estaba determinada no iban solas siempre estaban acompañadas. Después de cierto tiempo llego a vivir a la casa junto con su hermano.
Todas eran una gran familia, apoyándose en todo riendo, llorando y compartiendo sus infiernos individuales.

Alayna sabía que los estados de ánimo de su hermana la estaban afectando más de lo que pensaba, no podía quitarse la sensación de que algo grave estaba a punto de ocurrir, pero las palabras de Deider del día anterior no se apartaban de sus pensamientos.
-          Hay que protegernos Alayna hay personas que nos quieren muertas – su hermana apretaba fuerte sus manos sobre su regazo.
-          ¿De quién hablas? ¿Quién nos quiere muertas?
-          No lo sé, solo lo presiento.
Sabía que su hermana estaba en lo correcto ella también lo sentía, pero no podía localizar lo que estaba mal, hacía tiempo que no confiaba en ese Don que su padre tanto había tratado de enseñar en sus hijas pequeñas.
-          Deben concentrarse y sentir, focalicen lo que sienten así podrán actuar antes que el peligro se acerque a ustedes. Hay que practicar, ahora díganme donde está su madre.
Así pasaban algunos días, entre las pequeñas lecciones de su padre y las responsabilidades de la escuela. Y el lazo invisible de gemelas era cada vez más fuerte, podían hablar entre ellas, lo cual resultaba fácil para los exámenes, o intercambiaban personalidades cuando hacían travesuras. Pues nadie a parte de sus padres las reconocían. Solo cuando se vestían diferente los demás podían identificarlas por el estilo de ropa lo cual era algo gracioso para ellas.
Había estada observando por la ventana como se iba alejando el día y llegando la noche, no quería moverse, sus pies la estaban matando había tenido 3 entrevista, en poco tiempo pero tenía que lograr encontrar algún trabajo, ya no les quedaba mucho dinero, no podían depender de la generosidad de sus amigas tampoco. Dios dame una señal que cosas buenas están por venir.
Estaba tan relajada acostaba en el sillón que se llevo un susto al sentir un leve roce en la mano  que casi tocaba el suelo, era su gran san Bernardo Ely, había sido de gran ayuda para Deider cuando le tocaba quedarse sola en casa por las mañanas mientras Justin el hermanito de Anne asistía a clases. De ser una bola de pelo pequeña y juguetona era la versión canina de un pony pequeño de unas 200 libras.
Sus ojillos negros la miraban como diciendo “No estés triste yo estoy aquí contigo”, le rasco detrás de las orejas que sabía era su punto débil. Podía ser una perra tranquila pero era una fiera cuando debía proteger a los habitantes de la casa, no le gustaban los extraños y todo los días hacia una vuelta a la casa antes que todos se preparan para irse a la cama.
-          ¿quieres salir un rato ahorita o lo haces más tarde?- la pregunta puso a Ely en movimiento hacia la puerta. Una típica respuesta clara.
Sus ladridos estaban a punto de dejarla sorda. Se arrodillo enfrente de ella le sostuvo la cabeza para que la mirara.
-          Si está bien, se una buena chica y se amable con el perro del vecino quieres – su respuesta fue un meneo de cola y unos ojillos de “yo no hago nada malo” – si se que no eres tú, pero querida tu eres más grande y le sacas ventaja en todo. Si se que no es tu tipo pero pórtate bien.
Con una lamida, se levanto abrió la puerta y Ely se perdió entre la oscuridad que estaba llegando rápidamente.

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