Capitulo 3 primera Parte - El Principe de sus Sueños

Todo paso tan rápido que no pudo reaccionar a tiempo, estaba siendo empujada hacia atrás por alguien a quien no había visto en su ronda por la casa. Sam estaba herido y no podía ayudarlo.
Su corazón estaba latiendo muy deprisa, no podía rendirse tenía que luchar, pero entre mas trataba de librarse de su agresor, mas presión hacia atrás con su agarre pero era imposible liberarse en la posición en la que estaba sometida
Sintió algo frio en su garganta. Pero sus ruegos no sirvieron de mucho quien fuera estaba disfrutando de su dolor, en un momento al hacer más presión comprendió quien era su agresor. Sus lagrimas corrían por sus mejillas iba a morir y ese miserable disfrutaría con ello.
-          Cálmate si no quieres que te mate aquí y ahora mi querida – había inmovilizado los brazos de la joven, y podía sentir el aroma de su piel – Si querida vine por ti, tu eres mía.
El ver a Alayna besar al hombre es todo lo que pudo soportar hasta tener un mejor ángulo para disparar al desgraciado que se había atrevido a tu tocar a su mujer, pero tenía que hacerlo se merecía la muerte. Sabía que tenía una horas más para disfrutar de lo que era suyo.
Disfrutaba viéndola llorar, rogar por su vida, ya estaba listo para tomarla. La llevo hasta la sala continua donde había preparado el sofá cama.
-          No pongas más resistencia, disfrutaras como lo hizo tu hermana – los llantos de su mujer le recordaban a la otra – no hagas ruido y camina despacio, eso es, ahora acuéstate y quieta, vamos a jugar un poquito antes de irnos.
Tenía que seguirle la corriente si quería encontrar un plan para escaparse de ese mal nacido o que llegaran los policías. Que debida hacer, oh piensa, cerró los ojos para tomar un poco de calma, pero al sentir que ataba sus manos y piernas lo hizo mirarle, pero no le iba a rogar mas nada el solo gozaría con su sufrimiento.
Podía sentir su locura, la excitación de saber que estaba dominándola con el miedo, comenzó a recorrer su cuerpo lentamente con sus manos, podía ver como gozaba al sentir como temblaba al sentir su rose, pero fueron los recuerdos que el evocaba mientras recordaba lo que le había hecho a Deider, no podía soportarlo más tiempo ese loco estaba fantaseando con someterla a las dos.
Sintió el primer corte en su hombro la sangre corría había su espalda, pero no le daría la satisfacción de gritar. Corto su camisa, pasando el cuchillo ahora por encima de su sujetador.
-          Si eres más bella que tu hermana – decía el hombre mientras seguía entre el valle formado entre sus senos – que no estas disfrutando conmigo mi querida, se dé una forma en que si lo harás.
Agarro un pañuelo y lo anudo alrededor de su boca, mordió uno de sus senos hasta dejarle la marca de sus dientes, su cuerpo se tenso por el dolor, pero cerró los ojos al sentir las lágrimas derramándose.
-            Oh Deider por favor no vengas, no vengas – otra vez el filo del cuchillo cortando ahora el sujetador – es muy peligroso por favor hazme caso no vengas.
-            No puedo – dijo la voz de Deider muy alterada – sufrirás todos sus delirios y no puedo hacerte pasar por lo mismo.
-            Pero el te quiere a ti también. Por favor no vengas, no podría soportar saber que él te volvió a causar el mismo dolor, todo esto es mi culpa.
-            No, no digas eso tu eres la única razón de vivir, y vistes sus pensamientos el va a matarte, no podría vivir sin ti hermana.
-            Ni yo pero tú tienes que vivir, Sam está mal herido y no sé si ya está muerto. La policía está por llegar. Por favor quédate donde estas – pero no contesto- Deider quedate donde estas.
Si su mujer es hermosa, su cuerpo está hecho para satisfacerlo, sus lagrimas eran todo un estimulo para acariciarla que disfrutara con su toque, como lo hizo su hermana. Si las disfrutaría a las dos. Acariciar su cuerpo era exquisito.
Sus inmundas manos tocaban su cuerpo, pero era lo que tenía planeado para ello lo que más le asustaba, Deider tenía que estar protegida ese loco no podía llegar a ella nuevamente abriendo una herida mas. Sintió nuevamente el roce del cuchillo por su costado derecho.
Iba a morir en manos de ese loco y nadie podía ayudarla ahora.

Estaban atascadas en el trafico mientras Alayna estaba con ese loco que quería matarla sus pensamientos eran cada vez mas retorcidos y gozaba con sus lagrimas. Deider se sentía enferma al sentir el dolor de su hermana, No podía soportar más tiempo el impulso de asesinar a ese hombre despreciable por lo que les estaba haciendo.
Solo podía pedir llegar a tiempo para evitarle más sufrimiento. Miro al cielo y rogo por ayuda.

Estaban cerca no tardarían mucho en llegar a ella, tenía que seguir envenándole la mente de ese njery para que  matara a las zennys, no deberían existir.
Su victoria estaba cerca la podía sentir todo el trabajo por llegar a ser el Rey, no iba a ser en vano.
-          Mátala – susurraba en su mente – mátala y ella será tuya por siempre, nadie podrá tocarla, solo será para ti, estará para siempre contigo.
-          Si ella seria mía – le decía a la voz en su mente – pero quiero algo de ella antes.
Su cuerpo era perfecto, lo que el necesitaba después de estar encerrado con esos dementes y no iba a renunciar a él estando tan cerca.

Todos habían observado al Gran Príncipe, ser el primero en salir de la nave, el iba corriendo hacia el lugar donde debían encontrase las Princesas, pero el lugar estaba silencioso, nada parecía moverse.
Reidar observo los al redores para tener una idea de los posibles peligros que podían enfrentarse en ese lugar extraño.
Vio el movimiento de algo acercándose, era una zeny muy bonita, parecía algo preocupada, y llevaba la mano envuelta en algo blanco, al observarla más detenidamente se dio cuenta que parecía muy atemorizada, pero se sentó mirando el cielo.
No paso mucho tiempo hasta que llego un extraño vehículo, la pequeña zeny se movió y corrió hacia el.  Del cual bajaron  4 zenys mas con un pequeño niño.
Observo a Brontz su mirada estaba fija en una de las ella, parecían estar decidiendo algo porque observaban todas hacia el mismo lugar.
Antes que pudieran detenerlo Brontz se acerco al grupo, parecían atemorizadas con su presencia. Pero la pequeña zeny que había observado su barleny fue la primera en hablar con él.

-          No hay mucho tiempo que perder – le dijo al hombre que había aparecido entre los árboles, sabia quien era, lo había visto en sus visiones.
Si eran iguales, pero ella era diferente a la zeny que vio en su visión. Ella parecía perdida como si algo en la retuviera con vida.
El hizo una señal para que loa demás salieran entre las sombras y se acercaran al grupo de zenys,  parecieron atemorizadas de la presencia de ellos, pero la princesa era la única que los observo detenidamente, pero su mirada se digirió especialmente a él.
Pero antes de que pudiera seguir hablando su cara se contrajo con dolor y se doblo en dos sobre su misma. El miedo estaba reflejado en las facciones de su cara estaba muy temeroso de lo que estuviera pasando. No podían esperar por más tiempo era hora de actuar.
Observo a Bacius y después el grupo, el hombre hizo un imperceptible movimiento de cabeza al dar media vuelta dirigiéndose  al lugar que sabia encontraría a la zeny de su visión. No se preocupo mas por lo que sucedía a sus espaldas era lo que le esperaba lo que tenía en consideración.
No se escuchaba sonido alguno, pero había rastros de algo que no estaba seguro de comprender, se movió entre las sombras proyectadas de los arboles alrededor, su respiración se acelero con cada paso que daba, era importante que todo saliera bien por todos ellos…
Un quejido sonó a su espalda y antes que pudiera enterarse la princesa corrió hasta entrar al edificio, no perdió mucho tiempo y fue tras ella. Si era el lugar de su visión observo al hombre que había en el suelo pero el grito que se escucho en otra parte fue desgarrador.
Podía escuchar las voces altas, debía ir con cuidado para no poner el peligro la vida de las zenys. El njeri que observo se veía enloquecido.
Deider podía sentir el miedo, el dolor y la impotencia de Alayna pero lo que hizo sangrar su corazón fue ver el estado en el que se encontraba completamente desnuda, varios cortes sangrantes por su cuerpo, empezaban a formarse moretes en su piel, había estado disfrutando mucho el poder de torturarla.
Ella sintió lo que ese moustro le estaba haciendo a su hermana ahora comprendía porque no había podido ayudarla cuando ella fue secuestrada, el dolor era abrumador deseaba gritar desahogar la ola de sentimientos que apretaban todo su ser.
-          Has venido a participar querida, no te espera tan pronto pero eres libre de disfrutar con nosotros – el hombre recorría su cuerpo muy lentamente.
-          Si crees que eso es posible es que estas tan loco como tus compañeros de casa.
-          No estoy loco, tu hermana me pertenece ella no tenia porque apartarme de su lado,  pero disfrute el tenerte a ti en su lugar – sus ojos estaban desenfocados posiblemente porque recordaba lo que le había hecho.
Sabía que el hombre era un peligro constante en sus vidas, tenía que actuar con cuidado sino quería exponer a mas peligro a Alayna peo no estaba sola. Dejaría que el otro hombre actuara.

Brontz observo con horror el cuerpo de la pequeña zeny, un gruñido estaba formándose en su pecho, no podía explicar el sentimiento de posesividad que sintió, pero una cosa era segura el njeri sufriría por lo que había hecho.
Con cuidado se movió hasta estar en una mejor posición para defender a la princesa que hablaba con el njery, pero sus ojos no se apartaban de la otra que había sido inmovilizada y estaba tensa viendo a su hermana con una complicada variedad de sentimientos que era difícil estar seguro.
La situación era bastante complicada si revelaba su presencia podría matarlas muy fácilmente.

Alayna sintió que su corazón se detuvo por un momento al ver a Deider entrar en la sala, parecía fuera de sí, pero sabía demasiado bien como las emociones estarían afectándola. Se complementaban la una a la otra por eso podían localizarse donde estuvieran lo habían hecho varias veces.
-            Estas en peligro vete – decía en su mente a Deider.
-            Ya es demasiado tarde, el está fuera de si no lo ves.
-            Si pero… – no pudo seguir hablando el dolor y la sangre que estaba perdiendo la estaban debilitando demasiado rápido – tienes que irte. El no puede…
-            No. – con esa única palabra le envió una emoción demasiado fuerte del dolor que sentía. No podía permitir que él las lastimara mas, al menos una de ellas debería vivir.
-            Tienes que vivir por mí…
-            Crees que podre estar tranquila sabiendo que tú te has sacrificado por mí.
Las  palabras de Dieder hicieron acrecentar la determinación de probar una de las tantas lecciones de su padre, estaba débil pero haría todo lo posible por librarse de sus ataduras le faltaba poco para lograrlo ahora que estaba distraído.
-          Ven acércate y comparte con nosotros este momento – Jack podía sentir que su victoria estaba cerca las tendría a las dos.
-          Suéltala – pero quien se creía esa pequeña zorra para hablarle de esa forma.
-          Si quieres que la suelte, tendrás que acercarte.

Alayna sintió un nudo en su garganta, las emociones eran cada vez más fuertes, no tenía mucho tiempo, las cuerdas estaban cada vez más flojas podía sentir como resbalaban de sus manos,  podía agarrar el cuchillo y intentar golpearlo o por lo menos distraerlo hasta que Deider se pusiera a salvo. Con mucho cuidado se movió.
Vio la sorpresa en la cara de su hermana pero tenía que moverse si quería salvarla a las dos, era él o ellas, su elección era clara tenían que rehacer sus vidas.

La Luna Plateada

Podía recordar muy bien cuando fue la primera vez que vio ese paisaje…. Las aguas tranquilas del lago, la luz de la luna reflejada en la su superficie, el viento meciendo la copa de los arboles susurrando entre cada rincón de entre los arbustos.
Pero el miedo había estaba presente como para disfrutar la vista tranquila que ahora contemplaba.
Pero no tuvo tiempo de defenderse el pequeño frasco de gas pimienta que llevaba constantemente en su bolso le fue prácticamente de ninguna ayuda pues al sentirse inmovilizada y arrastrada no tuvo ni la menor posibilidad antes su agresor, el agotamiento físico y mental al que había estado sometida durante meses paso finalmente factura para hacerla caer en la inconsciencia.
Quería captar todo el movimiento  a su alrededor, el sonido de los animales nocturno o algún otro indicativo que el dijera donde se encontraba, el miedo era opresivo sus manos temblaban por la incertidumbre de haberse despertado de lo que bien podría haber sido una horrible pesadilla, pero era la pura y amarga verdad.
Recuerdos  vagos, imágenes  distorsionadas de la verdad de un pasado y un presente que parecían no tener lógica, golpeaban a su cansada mente pero la  angustia estaba ahí así como la incertidumbre, las  lágrimas habían cesado pero sus ojos se sentían hinchados y sensibles,  su boca estaba reseca por la tensión de querer gritar por ser nuevamente una víctima.
La recamara donde se había despertado era reconfortante una gran cama dominaba el espacio, muebles grandes y cómodos estaban situados cerca de una chimenea, el fuego había sido encendido calentado de una forma agradable el ambiente, había tres puertas diferentes que supuso eran el baño algún closet y la entrada. La decoración austera declaraba fuerte y claro de un habitante masculino.
Oh Dios…  no puedo recordar eso duele todavía, hazme olvidarlo…
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta siendo abierta muy despacio, la luz del corredor lastimo sus ojos por el repentino movimiento de querer observar visitante. Un gemido muy suave escapo de su garganta antes de recostarse nuevamente entre las almohadas.
-          Lo siento, pensé que seguirías dormida – dijo el hombre acercándose a la cama y depositando una bandeja en una de las mesitas de noche.
Su voz era calmada ronca, suave.
-          ¿Quieres que te ayude a sentarte? - ella solamente pudo asentir muy suavemente no estaba lista aun para abrir los ojos. No todavía.
Su cercanía calma sus agitados nervios,  su corazón le decía que él no le aria daño pero su cabeza proclamaba lo contrario. Podía sentir el calor de su mirada recorriendo el contorno de su rostro, deslizarse por su cuerpo cubierto por el cobertor, sus manos entrelazadas para que no notaran el leve temblor que todavía agitaba su cuerpo.
-          Abre los ojos – solicito el muy despacio.
Ella los abrió lentamente hasta acostumbrarse nuevamente al apenas resplandor de la luna que se filtraba por las ventanas y del fuego en la chimenea. El se encontraba parado al pie de la cama ella recorrió su cuerpo lentamente lo que más se destacaba era su gran estatura, la camisa cubría su amplio pecho, hombros anchos, brazos musculosos, estrechas caderas, sus piernas también musculosas estaba enfundadas en una jeans apretados, estaba vestido de negro de los pies a la cabeza. Su cara todo ángulos cuadrados, pómulos altos, una nariz que combinaba a la perfección con sus  rasgos, el pelo largo negro que caía hasta los hombros liso y completamente negro, sus ojos eran de un gris oscuro pero había algo extraño en esos ojos a veces parecían a los de un gato.
Había servido un vaso con agua, así que aparto su mirada, la garganta le ardía así que calmo su sed tomando unos tragos muy despacio hasta que sintió como el liquido refrescaba y aliviaba su malestar, un gemido de placer escapo de su pecho, sentía que el continuaba observándola. Llego el momento de enfrentarse a ese extraño.
-          ¿Quién eres?  - su voz  sonó rasposa por  el esfuerzo de preguntar.
Una sonrisa lenta y seductora curvo su boca.
-          Mi nombre es Sebastián Larson – unos dientes completamente blancos asomaron por sus labios -  y tu mi querida eres Julie Baker.
No se asombro al saber que sabia su nombre mucha gente la conocía así que no se sintió amenazada.
-          ¿Qué hago aquí?
-          Tu sabes porque estás aquí – respondió siempre calmado, acercándose muy despacio se sentó a la orilla de la cama.
Su presencia lejos de atemorizarla la hizo sentir segura. Levanto una de sus manos y uno de sus dedos toco la punta de su nariz, el contorno de sus mejillas, subiendo a sus cejas, haciendo un recorrido lento hasta llegar a su boca.
Era un toque delicado, con la intensión de calmarla, el dedo bajo hasta su barbilla, hizo el recorrido por su garganta, su toque era como una braza ardiente su piel quemaba y ardía, su dedo travieso siguió con el recorrido por la clavícula, hasta llegar al valle de sus senos, ahí se detuvo.
-          Dime sientes repulsión de mi toque – ella no había apartado ni un momento sus ojos de los de él. Solo pudo negar con un suave movimiento de cabeza.
El parecía satisfecho con su respuesta y siguió por uno de sus senos hasta llegar a su pezón que están doloridos  en punta, por sobre la colcha lo acaricio haciendo círculos, un dolor fuerte se apodero de su bajo vientre, podía sentir la excitación recorrer su cuerpo, por un simple toque.
Todo su cuerpo ardía por tan mínima caricia, la frescura de las sabanas sobre su piel desnuda era refrescante.  Sus manos estaban cerradas que sus uñas lastimaban su carne  por la tensión de su cuerpo no podía ser que estuviera sintiéndose excitada por un simple toque.
-          Tu cuerpo me reconoce – siguió el- somos el uno para el otro, tu eres mi compañera, la que cargara mi cachorros y liderara conmigo a la manada.
Esas palabras debieron asustarla pero las aceptaba como verdaderas. Su corazón reconoció la verdad. Ellos se pertenecían eran dos mitades para pertenecer a un todo, no cuestiono la declaración pues ella era realmente su compañera.
El se levanto despacio y muy lentamente fue sacándose la camiseta por encima de su cabeza, ella observaba los movimientos de sus músculos, de ahí sus manos estaban sobre la hebilla de sus jeans, soltando los botones, los bajo muy lentamente hasta quedar completa y gloriosamente desnudo. Un bello negro cubría desde su pecho hasta su ingle de donde asomaba un miembro grande y grueso en todo su esplendor.
Ella volvió a recorrer muy lentamente su cuerpo deteniéndose para observarlo muy detenidamente, sus ojos había adquirido un matiz casi negro y el hambre estaba ahí cruda. Trago saliva y  ordeno a sus manos moverse, muy lentamente fue destapando su cuerpo para que el pudiera observarlo.
Sabía lo que estaba viendo ella lo hacía cada mañana al levantarse, un cuerpo menudo con un pechos llenos coronados con pezones color rosa, cabello castaño que le caía a media espalda rizado, abdomen plano, cintura estrecha, piernas largas y bien torneadas con marcas rojizas algunas profundas, otras solo eran superficiales, el bello entre sus piernas era más claro. Sus ojos eran de un verde claro, bordeado de pestañas negras que parecían que usara delineador.
Levanto su rostro para observarlo pero el hambre seguía allí no había desaparecido al ver parte de sus cicatrices, el se acerco nuevamente levantando su rostro hasta encontrase con sus ojos.
-          No debes sentirte avergonzada enfrente de mí – y pudo ver que lo decía en serio- para mi tu eres hermosa. Y eres Mía.
Su declaración solo la hizo estremecer completamente. Eso lo hizo sonreír.
Se deslizo a la cama quedando apoyado en sobre un codo, ella se acerco a el hasta que sus labios se unieron en un beso tímido que fue subiendo en intensidad hasta que su lengua se abrió paso a la suya, en un ritmo lento al principio.
Sus manos se exploraron, cada centímetro de sus cuerpos, al separar sus bocas buscando aire el depósito besos en sus ojos, nariz, pómulos, chupo los lóbulos de sus orejas, con la lengua recorrió su garganta el mismo camino que había hecho con su dedo.
Al llegar a sus pechos sus pezones dolían pro la necesidad de sentir su boca, soplo uno y después el otro poniéndolos aun más duros, moviéndose muy despacio su boca lamio uno mientras que una de sus manos hacia un viaje a hasta su entrepierna.
Acariciando los rizos hasta alcanzar los labios de su vagina que ya estaban llenos del roció de su excitación, acaricio despacio adentrándose hasta su clítoris para acariciarlo hasta que unos suaves gemidos salieron de su garganta.
El chupaba sus pezones alternándolos con caricias, ella podía sentir su orgasmo cerca entre sus caricias los besos prolongados estaba a punto de subir a la cima del placer total. 
Podía sentir su miembro acariciando su cadera, sus manos estaban enredadas en sus cabellos, las caricias eran cada vez más fuertes, hasta que luces de colores estaban estallando detrás de sus parpados y la tensión se apodero de su cuerpo. La liberación fuer una ola de placer y calor, la transpiración cubrió su cuerpo, el martilleo de su corazón se acelero a mas de mil por hora.
Con movimientos rápidos abrió más sus piernas, todavía estaba en lo alto de su orgasmo cuando lo sintió entrando en ella.
-          Lo siento mi corazón pero no puedo esperar más – con movimientos suaves fue entrando, lo sentía llenarle con cada empuje de su cadera.
Su boca descendió a la suya para un beso lento y sensual mientras seguía entrando cada vez despacio. Fue un placer intenso el ser seducida de esa manera, sus caderas encontraron un ritmo lento, para los pocos minutos acelerar el ritmo. Gemidos, besos, sus manos recorriendo el pecho, la espalda, acariciando hasta llegar a su redondeando trasero tratando de tenerlo más cerca, sus piernas rodearon sus caderas y la penetración se hizo más profunda. 
-          Dime que eres mía –demando – nunca te apartaras de mi lado. Dímelo – ordeno.
-          Si soy tuya para siempre, nadie nos separara.
Sus movientes se hicieron más rápidos y constantes.
-          Mía, mía – seguía diciendo como un mantra.
Hasta que con una última estocada ella llego al orgasmo, sintiendo estallar mis sensaciones en su cuerpo sintiendo el miembro si era posible mas hinchado y grueso su liberación llego unos minutos después.
Así pasaron la noche entre acurrucados hablaron de todo un poco entre  risas y haciendo el amor. Hasta quedar saciados.
El aullido del lobo cerca de la casa le anuncio que su amado estaba a punto de llegar.  El pequeño cachorro en su vientre se movía cada vez que escuchaba el aullido de su padre.
Habían llevado a los jóvenes a su primera salida de caza estarían fuera por tres semanas.
Ella solo sonrió y acaricio su vientre abultado, tenía 8 meses de embarazo, se sentía cansada, había sido un día particularmente agitado los miembros de la manada se acercaban mucho a visitarla en estos últimos mese ya sea en grupos o individualmente para asegurarse que ella y su pequeño Luke de 3 años se encontraban bien.
 Los cuatro años pasados fueron de cambio y adaptación, pero tenía a su Sebastián para enseñarle lo que era el amor, le dio una familia, aprendió de la unión en la manada.
 Lo ama mas allá de las palabras, él le regalo su corazón y una confianza que había desaparecido.
La amo con paciencia, curándola con sus atenciones, y sanándola con sus acciones, le enseño dicha que la vida puede regalarnos.

El Principe de sus Sueños Capitulo 2 segunda parte

Alayna decidió darse una ducha para refrescarse, había sido un día difícil, pero todo saldría bien tendía que creer no podía dejarse vencer. Se fue hacia la cocina su estomago estaba reclamando que se le había pasado la hora de cenar, no almorzó  mucho y el sentimiento de que estaban en peligro no ayudaba a sus nervios destrozados.
Pero al entrar en la cocina en la puerta del refrigerador haría una nota de Anne:
Conociéndote es posible que no se te haya ocurrido comer nada, te prepare algo está en el horno.
Besitos Anne.
Sintió las lagrimas acudir a sus ojos, Anne había sido un apoyo en los momentos más difíciles, siempre estaba para escuchar no las presionaba sobre el infierno que eran sus vidas. Pero sabía que aunque no padeció en carne el secuestro, los sentimientos de su gemela fueron el propio, el dolor, la impotencia de saberse en manos de un sádico que estaba dispuesto a todo.
Sintió ahogarse con los recuerdos, la presión en su pecho iba en aumento solo cerrar los ojos era una tortura, era como mirar una película de horror donde eras parte del público y la victima al mismo tiempo. No necesitaba palabras con su gemela, pero había ocasiones en que se dormían juntas, como cuando las pesadillas por haber perdido a sus padres eran insoportables, pero saber que se tenían la una a la otra era todo lo que importaba en esas horas.
Ellos nunca ocultaban el amor que se tenían ni lo que sentían por sus hijas, siempre les contaban como se conocieron, la propuesta de matrimonio tan original organizada por su padre, los lugares que visitaron antes de tenerlas a ellas. Fue insoportable saber que no volverían a verlos, solo estaban ellas contra el resto del mundo.
No supo que estaba llorando, hasta que el teléfono la saco de sus oscuros pensamientos, pues su voz no salió firme.
-          Hola.
-          Podría hablar con la señorita Alayna Mactyre, habla el Teniente Sam Hamilton.
Sam Hamilton, su pinta de chico malo era difícil de olvidar para cualquiera que lo viera la primera vez, hasta su voz es sexy, le gustaba el hombre, era de esos que te pone la carne de gallina con imaginarlo en cualquier papel de acción.
-          Soy Alayna, teniente que puedo hacer por usted. – solo de pensar en las posibilidades hizo que un poco de su inquietud disminuyera un poco, pero sabía que no era solamente una llamada social, la había estado visitando desde el incidente y suponía que el trato formal se debía a algún asunto oficial.
-          Temo que tengo malas noticas señorita Mactyre, Jack Hayes se escapo del sanatorio donde estaba recluido. – su corazón comenzó a latir con fuerza no podía ser posible, ese loco suelto, ellas podían estar en peligro.
-           ¿Cuándo se ha escapado?- el hombre se había quedado callado, como esperando su reacción.
-          Hace una semana, estaba ingresado en la enfermería y nadie se dio cuenta que ya no estaba en el sanatorio, hasta esta mañana.
Ese loco, estaba en la calle y las podía atacar en cualquier momento, no podía ser posible esperaba que ya pudieran superar esa parte de su vida, el vaso que tenía en la mano se le resbalo haciendo un su sangre se le helara.
-          Señorita Mactyre ¿Pasa algo?  Esta usted bien. – el hombre parecía realmente preocupado.
-          Si aquí estoy teniente, pero como es posible que hayan dejado escapado a semejante moustro y ni siquiera darse cuenta desde hace una semana. ¿cree que correemos peligro no es así?
-          Si señorita Mactyre, hemos movilizado a todo el departamento de policía para poder dar con él, y proporcionarles vigilancia permanente.
No fue necesario que siguiera los dos sabían que iba por ella, quería terminar lo que comenzó con Deider, estaban en peligro no podía ser posible que tuvieran que revivir la angustia de no saber cuándo atacaría él.
-          Podía enviar unos agentes enseguida teniente, estoy sola en la casa mi hermana y los demás salieron al cine, la única compañía que tengo es Ely.
-          Si señorita Mactyre los patrulleros van para su casa inmediatamente, trate de localizar a su hermana que todos esperen en la casa, asegure puertas y ventanas, tenga el teléfono a mano, tengo que quedarme en la comisaria hay muchas cosas que hacer.
-          Si gracias teniente esperare a los oficiales.
-          No se preocupe todo saldrá bien.
Colgó no podía seguir escuchando nada mas, tenía que localizar a alas demás debían regresar inmediatamente, las manos le temblaban por el esfuerzo de marcar el celular de Anne o  a cualquiera, estaban apagados pero quien apaga un celular en una emergencia.
Calma tienes cosas que hacer, sigue intentando es posible que estén congestionada las líneas, si eso tenía que ser, Ely estaba fuera no podía salir tendría que esperar que regresara de su paseo. Mantente cuerda no pierdas la calma.

-          Es mi día de suerte – pensó el hombre- ella está sola, esta vez será mía y nadie podrá detenerme.
Recordaba cómo fue tener a la otra, poder saciarse con su cuerpo, humillarla sentir su sufrimiento.
Se excito solo con el pensamiento de poseer a la que era suyo por derecho, esta vez no se le iba a escapar. Nadie lo detendría.
La vio moverse por la casa, mirando por la venta y moviendo de un lado para otro. Tenía que actuar rápido antes que no pudiera hacer nada..
Un ruido bajo trajo su atención, la perra estaba cerca pero venia preparado para sacarla de su camino.
-          ¿quieres salir de aquí? – le había preguntado un hombre en la enfermería.
Solo había asentido con la cabeza, no lo había visto entre el personal del infierno donde estaba recluido todo por  culpa de esas mujeres, ellas eran de él su propiedad pero habían decido encerrarlo, pero él no estaba loco para estar con esa gente.
-          Ven conmigo- lo siguió, pero los guardia no hacían nada por detenerlo así que había comprado a  los guardias para poder escapar, cuando estuvieron fuera el extraño volvió a halar- haz lo que tengas que hacer.
Y con esas palabras despareció, pero ellos había pasado por los vestidores del personal había tomado ropa y dinero, para poder ir tras sus mujeres.
No podía disparar al animal, si corría o ladraba alertaría a cualquiera de su presencia sus planes se arruinarían lo mejor sería sedar a su actual problema. Le dispara un dardo tranquilizante y se quedo tendida cerca de la puerta.
Con lentitud se acerco a la casa a comprobar que no había nadie, ella debía estar en la segunda planta, así sería mucho más fácil entrar y tenerla.
Consiguió abrir la cerradura de la puerta volver a cerrarla con llave, se movió sin hacer ruido, escuchando donde podría estar su propiedad, ella sin duda estaba en las habitaciones, pero esperaría a que bajara y le enseñaría que no debió apartarse de su lado.
Deider solo miraba la pantalla pero su mente estaba tratando de deslumbrar lo que llevaba varios días en lo que decían sus instintos, corrían grandes peligros eso lo sabia pero su poder había sido empujado a un lugar muy lejano, en su impotencia por no haber podido evitar el desastre de la muerte de sus padres, ni el de Antonio.
Pero eran tan pequeñas al perderlos que todavía tenía problemas para desarrollar su don, su padre quería que ellas estuvieran preparadas para cualquier eventualidad, practicaban todos los días por varias horas, hacían practicas juntas o por separado.
Su corazón sangraba al recordar el accidente ellas estaban vivas porque sus padres las habían protegido. Pero entre los recuerdos su corazón se acelero y se le helo la sangre, sentía que algo estaba muy mal. Lo sabía, Alayna corría grave peligro, tenían que irse ya si querían llegar a tiempo.
Eso las ponía a todas en grave peligro pero no iba a dejar a su gemela sola, sabía que Alayna había tomado parte de su dolor en el infierno, ella no podía hablar todavía de lo ocurrido, pero no era presionada por nadie y sola una vez tuvo que enfrentar los recuerdos, no estaba preparada todavía no.
-          Margo debo irme – dijo a la pelirroja sentada a su derecha.
-          Todavía va por la mitad la película – si a Margo le pareció extraña su petición no pareció molestarla.
-          Alayna está en peligro tengo que irme.
Las demás habían escuchado y prestaban ya toda su atención a Deider.
-          Está bien pero yo voy contigo, no puedo dejar que vayas sola, Alayna se molestaría que lo hiciera. – sabía que había sonado mal, pero no podía dejarla ir en el estado que se encontraba- voy con Deider si quieren terminen de ver la película.
Cuando ellas se levantaron para irse Anne, Laurie, Stephanie  hasta el pequeño Nick, las siguieron. Pero fue Laurie la primera en hablar.
-          Iremos con ustedes, recuerda ustedes lo han dicho somos una familia.
-          Están seguras podría ser peligroso – dijo observando a Nick.
-          No te preocupes sabremos cuidarlo, ahora vamos.
No era la primera vez que pedía salir antes de algún lugar, pero esa vez todas sabían que algo andaba mal, Deider estaba demasiado inquieta, su rostro estaba pálido no la habían visto así en mucho tiempo. Es como si ella estuviera en trance y horrorizada de algo que solo ella sabía.

Había revisado todas las ventanas de la segunda planta dejando su habitación para el final, observo su cama, aseguro las ventanas y sobre su tocador estaba la foto de sus padres sonrientes el día de su boda, seguía la foto de sus padres sosteniéndolas después del parto, la ultima foto era de ellos riendo en la playa, el ultimo recuerdo de sus padres.
Su corazón dio un sobresalto, recordar era abrir una vieja herida que estaba sanando pero se abría para dejar escapar todo lo malo que todavía quedaba en su interior y dejar que sanara.
Se acerco a la ventana sentándose en la silla favorita de su madre, cerró los ojos y evoco el recuerdo de amante, necesitaba mucha fuerza en esos momentos evocar traía un poco de sosiego, su cuerpo estaba tenso, su respiración irregular, sabía que  había algo mal en la casa tenía que tener mucho cuidado. El teléfono le facilito la tarea de no seguir pensando.

Se encontró en un lugar extraño, estaba una zeny observando la noche, estaba algo oscuro pero podía ver que ella es hermosa, no como su minnar pero aun así llamaría la atención de cualquiera, su cuerpo mostraba tensión y muchas cosas que no podía descifrar, no podía escuchar nada de lo que la rodeaba, tenía un aparato en una de sus manos, cuando hablo por el se miraba realmente aliviada.
De repente ella comenzó a moverse la siguió no podía quedarse donde estaba pero ella no parecía darse cuenta de su presencia, ella se paraba en habitación a observar y tocar los cristales. Unas costumbres bastante extrañas, continuo con su recorrido prestando atención a todo lo que le rodeaba, toda era muy diferente.
Bajo por las escaleras un ruido pareció asustarla se movió a una pared tomo un objeto extraño y se abrió. Al otro lado había un njeri que ella inmediatamente rodeo con sus brazos, de su pecho surgió un ronco gruñido, pero fue algo involuntario el no podía comprender su reacción era una zeny extraña que le importaba a quien pudiera mostrar su alegría.
Hablaba con el muy rápido, el hombre la rodeo con sus brazos y se dieron un beso suave, una rabia tremenda se apodero de todo su cuerpo, como si lo que estuviera viendo no era lo correcto él quería agarrar a ese intruso y hacerlo pedazos.
Pero mientras la pareja estaba abrazada algo paso porque el njeri comenzó a caer manchado de sangre, ella comenzó a gritar y fue agarrada del cabello por alguien a quien no pudo ver. Todo se fue haciendo cada vez más difuso hasta que no quedo nada.
Su corazón latía muy deprisa, pero quien era la pequeña zeny de su visión, ella estaba realmente estaba en un gran peligro.  Pero tenían una misión que cumplir, al momento lo supo era su misión.
La princesa los necesitaba en esos momentos tenían que darse prisa si querían llegar a tiempo a rescatarla, corrió por los pasillos de la nave hasta a la habitación de los controles.
El comandante Bacius observo la llegada del príncipe, el se miraba realmente alterado, algo había pasado para que el gran Principe Brontz apareciera como un dweil nuevamente.
-          No disponemos de mucho tiempo, el peligro está acechando a las princesas – anuncio con voz ronca, parecía que había estado gritando – tenemos menos tiempo del que pensamos.
Todos observaron al Príncipe, era muy rara las veces en que alguien de la familia real tenia visiones pero si su Anhen Peare era poderosa el vínculo era compartido.
-          Llegaremos a tiempo Brontz, no hay porque alterarse – el Príncipe Hadien, observo a su barleni no era bueno que observaran al futuro rey en un estado de descontrol.
Eso pareció calmarlo, pero nadie dijo mas nada. Observando cómo se acercaban a su destino.